Me he dejado el alma en el salón junto a los pedazos de tu adiós,
escrito en rojo de la sangre derramada en el colchón.
¡Ay Dios! Tuviste que aparecer. ¿Por qué?
Si yo ya puse final a nuestra mentira....
Si ya abandoné nuestro hogar y me lancé a la soledad...
Tú sigues sin cumplir con lo acordado,
hablando de rehablar lo hablado,
la mitad de lo esperado y sigues sin cumplir...
Tú sigues sin cumplir con nuestro trato
y lanzas tristes despedidas quemando todo lo firmado.
Removiendo entre lo ya olvidado.
No supimos desdesertizar tanta nauseabunda realidad
no pudimos con tantas mentiras, artimañas y rencor.
Rencor, que es lo que queda de mí en tus malditos versos de amor
que no llegué a comprender a tiempo
y nos encerrábamos, enfriábamos...
Y ahora sigues sin cumplir con lo acordado,
hablando de rehablar lo hablado,
la mitad de lo esperado y sigues sin cumplir...
Tú sigues sin cumplir con nuestro trato
y lanzas tristes despedidas quemando todo lo firmado
destruyendo mis esquemas con tu arrojo,
que mata sin rozar mis venas,
que sufren sin querer tus labios,
que ahora vuelven a incumplir con lo acordado
hablando de rehablar lo hablado,
la mitad de lo esperado y sigues sin cumplir...
Tú sigues sin cumplir con nuestro trato
y lanzas tristes despedidas quemando todo lo firmado.
Removiendo entre lo ya olvidado.
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