
Rondaba la veintena y soñaba con ser un artista en potencia (aún lo sueño). Necesitaba un modelo femenino para terminar mi trabajo de Dibujo del Natural y el destino quiso que fueras tú quien tan tímidamente posaras allí en la penumbra de un salón disfrazado de estudio fotográfico. Laura te llamabas; eso no se me olvidará.
Sentía que mis manos temblaban vergonzosas y mi frente sudaba nerviosa mientras el corazón se aceleraba con cada trazado. Estaban acostumbrados a retratar, pero jamás se enfrentaron a ejemplos de semejante hermosura.
- ¿Cómoda?- pregunté
- Nerviosa, pero veo que no soy la única en la sala -tu astuta observación logró robarle una sonrisa a mis tensos labios.
Y sentí que se relajaban mis muñecas.

- Recógete el pelo hacia este lado -obedeciste al instante-. Muy bien.
Difuminé la sombra de tu seno izquierdo con un mandoble del corazón. Mi dedo corazón.
Las horas pasaron y apenas te moviste un milímetro. El dibujo, incluso a mis ojos de inconformista pintor, resultó realmente bueno. Ahora sé que apenas haría justicia a tu inmensa belleza, pero fuiste la musa que cualquier artista desearía y te lo tuve que decir:
- Eres la chica más hermosa que he dibujado nunca.
Mis palabras precedieron al silencio. Y el silencio fue lo único que quedó de nuestro encuentro. Ni un ''gracias'' ni un ''adiós'' pudieron llenar el vacío que dejó tu marcha en mi apasionada y bohemia vida de artista.
Los recuerdos del día en que conseguí retratar tu cuerpo en setenta y ocho centímetros cuadrados de papel gris.
1 comentario:
Nada se aproximará nunca.
Grande :)
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