Las manillas del reloj

Despiertan las manillas del reloj.
Debajo de tu falda se esconde un vendaval.
Entre tus dos piernas una bola de cristal.
No sé que hacer. De nuevo vuelve a suceder.
En un suspiro volvemos a amarnos piel con piel.
Despierta la mañana. Con ella el huracán.
Nubes de tormenta me adelantan el final.
No puede ser. Tú no eres la misma de ayer.
En una noche pasas de princesa a lobo feroz.
Y ya no sé que es amor; pálida emoción
que a veces me infecta el corazón...

Déjame besarte. Déjame besarte.
Es todo lo que se te ocurre decir.
Cuéntame otro cuento. Cuéntame otro cuento.
No te puedo mentir.
Grita más fuerte. Grita más fuerte.
Que los vecinos no te pueden oír.
Quiero matarte. Quiero matarte.
Estoy harto de ti.

Despiertan las manillas del reloj.
El tiempo es tan espeso como el suelo del salón.
Hay calzoncillos por el suelo y ropa limpia sin planchar.
Miles de cristales por toda la habitación
y tú a gritar: No puedo más.
¡No quiero aguantarte hasta el final!

Déjame besarte. Déjame besarte.
Es todo lo que se te ocurre decir.
Cuéntame otro cuento. Cuéntame otro cuento.
No te puedo mentir.
Grita más fuerte. Grita más fuerte.
Que los vecinos no te pueden oír.
Quiero matarte. Quiero matarte.
Estoy harto de ti.

Esto llegó a su fin.
Despiertan las manillas del reloj.


1 comentario:

Nuria dijo...

En mi opinión, sino es la mejor, es una de las mejores que has compuesto.