Imaginemos un lienzo en blanco.
Ahora, haciendo uso de nuestra visión espacial, traslademos dicho lienzo a un escenario de nuestra vida. Un lugar que signifique para nosotros algo más que tres dimensiones.
¿Lo tienes? Ahora borrémoslo, vaciémoslo, convirtámoslo en un plano monocromo dónde podamos ejercer de pintores.
Y dejémonos llevar...
Partamos de un dibujo, simple, esquemático pero expresivo, y llenémoslo de colores bonitos.
El azul llenará de grandeza nuestro cielo.
El verde de calidez nuestras sonrisas.
Y el rojo... el rojo será nuestra pasión.
Nuestro fuego.
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