Apenas faltan unas horas para partir y ya empiezo a notar la emoción del primer día de vacaciones. Estoy deseando ver el mar, hundir los pies en la arena y sentir el viento abofeteándome la cara. Sé que será una experiencia inolvidable y por eso debo ir preparado.
Guardo los calzoncillos, las camisetas y los pantalones, pero antes de dar la maleta por lista introduzco dos pares de alfileres, una baraja de cartas y algunos preservativos; por lo que pudiese pasar. La cierro y la coloco en el salón, junto a la puerta, para que ella también vaya concienciándose para dejar esta casa por un tiempo.
Entonces vuelvo a mi habitación a por lo más importante: mi guitarra. ¿Cómo iba a irme de vacaciones sin mi música? Es algo inconcebible. Y por eso me la echo al hombro y la coloco junto a su futura compañera de viaje. Ahora sí. Estoy preparado, pero de repente cae un papel al suelo y me agacho a recogerlo. Parece que me dejé la cremallera de la funda abierta.
Se trata de una canción. Una selección de versos recogidos de mi inspiración y trasladados gráficamente a una pequeña y arrugada hoja de papel cuadriculado. Seguramente arrancada de una vieja libreta del instituto. Creo que recuerdo la melodía. Un momento.
Abro la funda, saco la guitarra y me siento en un sillón. Dejo el papel encima de la mesa para poder verlo mientras trato de improvisar unos acordes. Pero no se trata de ninguna improvisación.
Han pasado los años pero aún recuerdo el sentido de aquellas palabras. No tienen historia, no tienen principio ni final. Sólo sentimiento y emoción. Por eso no puedo evitar que una lágrima escape de mis ojos y resbale triste por mi mejilla. Se me encoje el alma y se me quiebra la voz.Lo inadecuado no es madrugar.Inadecuado es despertaren una habitación vacía.
Para olvidar.Lo inadecuado no es pensar.Inadecuado es recordar,y por eso bebo cada día.
1 comentario:
No sé por qué, pero es de tus últimas entradas la que más me ha gustado.
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