Poeta y ruiseñor

Sólo había dos personas en aquella habitación. Ella lo miraba a él, y él miraba a través de la ventana:
- ¿Por qué no quieres mirarme a los ojos?
- Tengo miedo.
- ¿Ahora eres un cobarde?
- Siempre lo he sido.
- No decían eso tus canciones.
- La música a veces es malinterpretada. El arte en general. Un matiz puede ser todo un universo.
- Basta de retórica. Quiero hablar de verdad.
- Y yo quiero cantar.
- No es el momento.
- ¿Y cuándo lo será?
- Cuando dejemos claro lo que dicen nuestros versos.
- Yo no soy poeta, soy ruiseñor.
- Pero estás en mi ventana.
- Sólo de paso. Desapareceré con la mañana.
- Nunca me gustaron las cosas de paso.
- Por eso debes callar.
- No quiero. No te vayas.
- Lo siento. Yo mismo cerraré la ventana y silenciaré las canciones.
- Eso es cruel. La ventana es mía.
- Lo siento. Lo siento.
- Anda vete. Márchate con la luna que con el alba ya será tarde. Puede que no duerma, que me cueste respirar. Puede que no encuentre mis centros, que me pierda, que muera...
- ¡Debes sobrevivir!
- Y lo haré. Pero vuela, vuela. Antes de que sea tarde.
- ¿Tarde para qué?
- Tarde para ti, que serás cautivo, y tarde para mí y para mi alma, que se quebrará de no verte al despertar. - ¿Tanto dolerá?
- Tanto y más.

No hay comentarios: