Otro lugar. Distinta compañía. Misma sensación.
Vuelve a brillar la Luna sobre mí, sobre los dos. Y vamos caminando mientras suena una canción.
De vuelta a casa contando estrellas... Todo lo que digas y la forma en que lo digas no importa...

Y es cierto. ¿Para que negarlo? Me quedo mirándote, escuchándote, convirtiendo cada una de tus palabras en todo aquello que nunca me habías dicho. Y me sonríes. Y siento que ya no puedo escapar. Que me arden las entrañas. Siento que se tensan mis músculos, que se acelera mi corazón, que se desbordan mis venas. Que trata de invadirme el espíritu de una bestia hambrienta que lucha por salir a cazar. A morder. A devorar.
Y vuelvo a hacerlo.
Otro lugar. Distinta compañía. Misma sensación.
Vuelve a brillar la Luna y tengo la sensación de que ella es la causante de mi metamorfosis. De que es ella la que me hace actuar de la forma en que lo estoy haciendo. Como víctima de un fallido hechizo de transformación realizado por el más inexperto de los nigromantes. O por el más vil de los villanos. Me da igual. No me importa más culpa que la que yo no tenga que asumir.
Y vuelvo a dejarme llevar.
Otro lugar. Distinta compañía. Misma sensación.
Vuelve a brillar la Luna. La miro y sonrío.
Me gusta ser un hombre lobo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario