
Una botella de manzanilla, palmas y nuestras gargantas entonando las más bellas sevillanas. Fue todo lo que necesitamos para bailar como si no hubiese mañana.
Y cantamos, y reímos, y nos creímos infinitos. Tratamos de cazar estrellas y nadar entre nubes de algodón de azúcar, pero nos quedamos en tierra disfrutando de la mejor compañía que podíamos desear.
Esa noche comprendí a qué se refería Nietzche cuando dijo que la mejor forma de conocer la vida es viviéndola.


1 comentario:
Hubo más momentos que recuerdos... Igual que sentimos más emociones que células tiene nuestro cuerpo :)
Ains, mare, le tengo celos :)
Publicar un comentario