
-Yo de mayor quiero ser gigante.
- ¿Gigante?
- Sí. Quiero ser un gigante, el más grande de todos. Y ver a la gente como si fuesen hormiguitas. Quiero ir por ahí aplastando flores y destrozando casas. Dar un salto y que la tierra tiemble bajo mis pies. Quiero correr, gritar y creerme el Rey del mundo. No, mejor no quiero creérmelo, quiero serlo. Sí señor. Seré el gigante más fuerte y más gigante que ha existido nunca y con un sólo dedo seré capaz de conquistar el mundo. ¡Todo el mundo!
- ¿Pero qué dices Andrés?
- Sí seño. Cuando sea mayor voy a conquistar el mundo, y cuando sea mío replantaré todas las flores, reconstruiré todas las casas y pediré perdón a todos los hombrecitos que haya pisado sin querer. Pero sólo a los que me caigan bien: a papá, a mamá, a la abuela, a ti, a Álvarito, a Luisito... pero a los hombres esos con bigote a los que papá grita cuando salen por la tele no, y los que mandan las cartas tristes a mamá tampoco. Y luego iré a parar las guerras con mis manos y a dar de comer a los negritos del África. ¡Que mientras pasen hambre mi abuela me va a obligar a comerme el plato de lentejas entero!
- Eso está muy bien Andrés. Pero, ¿para eso tienes que ser un gigante?
- Claro seño. Mi mamá dice que las cosas no pueden cambiar porque todo el poder lo tienen los grandes. Por eso de mayor yo quiero ser gigante. Para ser más grande que los grandes. Y cambiar las cosas que mamá dice que no se pueden.
Está decidido. Yo de mayor quiero ser gigante. El más fuerte y gigante de todos los gigantes.
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