Mi letra, antes firme y elegante, ahora parece débil e incierta.
No sé si será la luz crepuscular, la música melancólica o el desorden en la habitación, pero en este momento me siento viviendo en un lugar extraño.
Las sombras me invaden y el polvo me asfixia hasta quebrar mi garganta.
Si cojo la guitarra apenas salen La y Re menores, por eso prefiero escribirte que cantarte una canción.
La noche llega antes de lo esperado, la luna se alza victoriosa y se encienden de nuevo las luces de neón. Detrás de éstas las estrellas apenas pueden asomarse y yo no puedo evitar sentirme identificado con su sino. Quizás mi pecado sea creerme estrella sin ser siquiera luz de gas.
Termino la carta de rendición y la meto en su sobre. Remitente: el ejército rival.
"Pd: he perdido la batalla.
Pero la guerra acaba de empezar."
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