Soy un perdedor. No un cobarde.

Como perseguir un tren que sabes que no alcanzarás...

Y te suda la frente, y te tiemblan los ánimos y las fuerzas. 
Pero sigues intentándolo minuto tras minuto.
Quieres demostrar que puedes y eso te hace invencible. 
Invencible para el miedo, para la vacilación, aunque no para el fracaso.
Sabes que en cualquier momento caerás, cuentas con ello.
Pero nadie podrá decirte nunca que no corriste lo más veloz que pudiste, aunque te quedes a medio camino...
Perderé el tren, sí.
Pero al menos fui tras él.

1 comentario:

Gema dijo...

Es una buena filosofía de vida que te hace más grande :)