Se hizo la luz...

... en el mismo momento en que se pronunció la palabra error. Sólo era un recuerdo pero en mi cabeza podía oírlo tan nítidamente como aquella noche de otoño. Ambos sentados sobre el frío banco de un oscuro lugar. Aunque al principio no parecía tan oscuro.

Ella se derramaba sobre una guitarra mientras sus dedos, tan tristes, se deslizaban entre las cuerdas del primer traste. Buscaban melodías dónde no podían encontrarlas; y ella buscaba la rabia, la fuerza y el valor, pero ya sólo encontraba lágrimas.

La oí lamentarse una y otra vez por sus problemas, los míos. Por sus complejos, los míos. Por sus batallas, las mías. Pero nunca mencionó ningún plan que también pudiese seguir. Tuve que conformarme con un grito de guerra y una promesa de victoria.

Sin embargo, ahora sé que sólo eran eso, promesas. Porque esas promesas fueron las mías, no las tuyas. Y como tu agujero era mi trampa, y tu trampa mi agujero, tú no tenías la verdad que yo necesitaba para hacerlas realidad. Así que.. bah, es la historia de nunca acabar.

Seguiré invirtiendo mi tiempo en este precioso amanecer.

1 comentario:

Gema dijo...

Nos parecemos en muchos aspectos. Quizás por eso me sentía algo análoga a ti, por eso era más fácil no tener miedo, o al menos tener menos. Entonces era más cómodo y las batallas no eran tantas ni los problemas tantos ni, no sé.

Mejor que volvamos a los amaneceres.